Trump visita al príncipe en Arabia Saudita
El príncipe heredero de Arabia Saudita y Donald Trump se reunieron. Donald Trump casi no ha salido de Estados Unidos, pero esta vez su visita ha sido superlativa. Sorpresivamente Arabia Saudita resultó siendo uno de sus mayores aliados. Logró una inversión de trillón de dólares en defensa, medicina, cultura, energía, minería y tratados geopolíticos: para asegurar que el levantamiento de sanciones recién anunciado para Siria sea exitoso. Medio Oriente sin Israel resulta ser una prioridad de Trump, quien resalta la importancia de los países árabes en este nuevo orden pluripolar. Arabia Saudita también es un socio de Venezuela a través de la OPEP. Recordamos que en años recientes Nicolás Maduro también acudió allí, a entrevistarse con el príncipe heredero del reino.
Arabia Saudita ha facilitado su territorio para las conversaciones de paz iniciales entre Rusia, Ucrania y los Estados Unidos. Es significativo que Marco Rubio no fue una figura de alto perfil en esa visita, ya que está preparando los pormenores de las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania: que se desarrollarán en Turquía. Marco Rubio, como sabemos, propone línea dura contra una serie de regímenes en el mundo, incluyendo varios regímenes árabes, asiáticos y de América Latina: en un corte neoconservador que ha sido deplorado por Trump en esta visita a la Arabia Saudita.
Es significativo que ni Marco Rubio ni Benjamín Netanyahu, que son los mayores representantes del neoconservadurismo, han logrado casi nada. De hecho Adán Alexander, quien fue recientemente liberado de los terroristas de Hamás no ha querido reunirse con Netanyahu, sino que agradeció directamente a Donald Trump, quien sí está logrando acuerdos de paz en diferentes lugares del mundo. No sería nada sorpresivo que en cualquier momento Donald Trump revierta a su política inicial hacia Venezuela, como ocurrió durante la visita de Richard Grenell a finales de enero, en donde exista un diálogo constructivo entre los regímenes de los Estados Unidos y Venezuela, tal como está ocurriendo con Arabia Saudita, que no es un país democrático.
Riyad es una ciudad fantástica con rascacielos, inmigración y desarrollos de siembra del petróleo, tal como lo imaginó Arturo Usar Pietri para Venezuela hace muchas décadas. Venezuela aún tiene chance de lograr el mismo nivel de desarrollo que tiene Arabia Saudita, independientemente de si el gobierno es autoritario o democrático, ya que se han concentrado en la economía. No han desperdiciado su tiempo en politiquería, como ocurre en Venezuela, donde la ciudadanía ha tomado como deporte nacional: quejarse por absolutamente todo, sin contribuir activamente a la unidad nacional.
Fue significativo observar a un Donald Trump muy respetuoso de sus interlocutores, consciente que fue en una misión de ventas americanas hacia Arabia Saudita, las cuales fueron exitosas, ya que logró que los saudíes inviertan su exceso de dinero en los Estados Unidos y no en otros países. Fue notoria diferencia del trato hostil que propicia Donald Trump a los presidentes, y primeros ministros de Europa: que suelen mendigar recursos defensivos, financieros y geopolíticos a los Estados Unidos, sin proporcionar absolutamente nada a cambio. Estas conversaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita no requieren, a diferencia de ocasiones anteriores, que el reino de Arabia Saudita reconozca al Estado de Israel: lo cual debe haber irritado a Benjamín Netanyahu, quien está siendo aislado.
Es una incógnita si esta mejoría entre las relaciones de Estados Unidos y Arabia Saudita, afectaría la reciente paz acordada con Yemen, a través de la intermediación del sultanato de Omán. Yemen en el pasado reciente había bombardeado la ciudad capital de Riyad, por considerarla muy proclive a los intereses occidentales. Sin embargo, ya sabemos que existe un proceso de paz entre Yemen y los Estados Unidos. Quizás toda la península arábica logre acuerdos comunes, extensivos. a la República Islámica de Irán en una segunda fase, si prosperan las conversaciones sobre energía nuclear que ocurrirán entre los Estados Unidos e Irán.
Ayuda también a estos países árabes, haber logrado que Estados Unidos los reconozca como iguales y socios comerciales, mientras que Estados Unidos a los países de América Latina nos sigue observando como un patio trasero. Es por ello que países como Colombia, Venezuela, Cuba y Brasil nos estamos afiliando mayoritariamente a las esferas de influencia china y rusa: para zafarnos de una esfera de influencia americana, que no nos trata como iguales. Debemos aprender de los países árabes cómo comportarnos, de forma tal que logremos ser respetados por los Estados Unidos.
Muchas piezas del rompecabezas geopolítico internacional están cuajando, con estas agradables y abundantes noticias pacifistas logradas entre Arabia Saudita, Siria, Yemen y posiblemente Irán: respecto a los Estados Unidos. Los países latinoamericanos debemos tomar nota de cómo jugar con nuestras relaciones internas, y nuestros socios comerciales de China, Rusia y por último los Estados Unidos. Los recientes éxitos de Burkina Faso y su presidente Ibrahim Traoré, quien logró establecer excelentes relaciones en Rusia, incluyendo con Nicolás Maduro, pudiese ser también otro ejemplo a seguir.
El gran escollo sigue siendo Marco Rubio, cuya falta de protagonismo sugiere que su Secretaría de Estado pudiese quedar en entredicho. Las opiniones personales que ha emitido Marco Rubio, a lo largo de su vida como senador, contravienen completamente el cuento de hadas multipolar que ha expresado Donald Trump en Riyad: logró ovación de pie por varios minutos del príncipe heredero de Arabia Saudita, el resto de su comitiva y su audiencia. Ofreció eliminar las sanciones a Siria, aún cuando el régimen de Siria es autoritario, de modo que es incompatible que sigan habiendo sanciones contra el régimen autoritario de Venezuela.
Es indispensable abogar en Venezuela por la eliminación inmediata de todas las sanciones, tal como está ocurriendo con Siria. Será necesario efectuar muchos mecanismos de presión, para lograr la salida de Marco Rubio de la Secretaría de Estados Unidos: es inconveniente para la política exterior americana, venezolana y posiblemente rusa y ucraniana. Los grandes logros hasta ahora en la pacificación de Ucrania y Rusia vienen de Witkoff en lugar de Rubio o Kelogg. Más piezas del rompecabezas serán conocidas durante esta semana, a medida que Donald Trump cumpla su segundo día de visitas en Arabia Saudita. Continuará su viaje a Qatar y Emiratos Árabes Unidos, y dispondremos de mayor información sobre las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania en Turquía. Todo ocurrirá en el transcurso de esta semana.
Países árabes piensan en su economía y en su cultura. No están las veinticuatro horas del día exigiendo que Estados Unidos los salve, sino más bien ellos proporcionan productos, servicios y hasta financiamiento atractivos para los Estados Unidos: bajo un aura de prosperidad en Venezuela. La oposición abstencionista ha fomentado una horrenda imagen de lástima. Se han encargado de emitir a la comunidad internacional la percepción: que Venezuela es un horror, las condiciones de Venezuela son de llorar, y que somos un país desamparado, implorando auxilio de la comunidad internacional. Ese discurso es fastidioso. No proporciona una imagen de fuerza. Por el contrario, los venezolanos debemos abocarnos a restaurar nuestra economía, restaurar los puntos positivos que permitan a nuestro país desarrollarse en sus industrias internas, y resolver el conflicto en la Guayana Esequiba en condiciones más favorables para Venezuela, que lo que hayan sido antes. Es también otro punto que observaremos a finales de mayo, una vez concluyan las elecciones regionales y de diputados.
Aquí en Venezuela causa tristeza observar como la oposición ha concurrido dividida. Existen muchas candidaturas. Aún cuando la Mesa de la Unidad Democrática debería ser asumida por Henrique Capriles, en la práctica hay tarjetas opositoras que no han logrado alianzas perfectas con Unión y Cambio y Un Nuevo Tiempo: serían los herederos de lo que fue la mesa de la Unidad Democrática. Una vez sean conocidos los resultados electorales, y conozcamos cuántos espacios se lograron recuperar: lograremos ver si será posible conformar una bancada opositora en la nueva Asamblea Nacional, que conlleve a una reunificación posterior de la oposición, en la cual, el abstencionismo no quedará representado. El abstencionismo quedará relegado fuera del debate político y económico del país, a medida que sigan emigrando o desenmascarándose a favor de potencias extranjeras, en lugar de enfatizar las posiciones de fuerza interna que podemos tener a través de la venezolanidad.
