Sacar a la MUD y al PSUV

05.05.2024

Las campañas electorales de la MUD y del PSUV se caracterizan por candidatos miedosos y enfermos que envían a emisarios a efectuar campaña por ellos. En ambos casos representan la vieja politiquería carente de resultados que nos recuerda a los regímenes de Nicolás Maduro y Juan Guaidó, que ofrecieron villas y castillos y no lograron absolutamente nada. Es indispensable salir de los dos. Hay que salir del PSUV y hay que salir de la MUD porque ambos son culpables del declive en Venezuela. La opción que efectúa una campaña electoral más creíble, con más contacto de calle y propuestas de gobierno más anunciadas, es la de Antonio Ecarri. Sin embargo el PSUV y la MUD no desean que el poder le llegue a una gente que consideran inferior. Por lo tanto siempre la intentarán bloquear. Denunciamos públicamente a los acólitos de la MUD, quienes durante gran parte de sus vidas arremeten contra los activistas a favor de Antonio Ecarri y los culpan de dividir una unidad que nunca existió. Los acólitos de la MUD pretenden que quienes efectuamos campaña por el único candidato que realmente patea la calle, nos sumemos a la incoherencia de apoyar a un afiche que ni siquiera se ha dignado por excusarse de haber emitido juicios altamente racistas, sexistas y homofóbicos que contravienen la diversidad multicultural en Venezuela.

El candidato de la MUD tampoco se ha referido exactamente a temas de actualidad procedentes del oficialismo, diciendo que eso no es importante. El único discurso que escuchamos del candidato de la MUD son extractos de textos de autoayuda, constan de un vacío e irrelevancia absolutos. No responde preguntas incómodas, o quizás no acepta que los entrevistadores le pregunten preguntas incómodas. En la cara se le nota el fastidio por tener que asumir una candidatura presidencial. La MUD está obligando a una persona en contra de su voluntad a efectuar una campaña electoral, con la esperanza de que podrán transferir la presidencia de la República a una tercera persona, lo cual no será tolerado por la sociedad venezolana. Es una situación altamente irregular y los poderes públicos diferentes a la presidencia de la República inmediatamente utilizarán todos los recursos a su alcance para impedir que se pretenda transferir la presidencia de la República a una persona que nunca fue electa por el voto popular. El candidato del PSUV por su parte alega tener miedo y no asiste a campaña electoral por razones de seguridad. Durante los próximos meses veremos una irrelevante polarización entre el señor Cabello y la señora Machado, ambos como personajes de segunda categoría en una rivalidad por un puesto al cual ninguno de ellos está compitiendo. Esta situación es insoportable y será culpa de los venezolanos si persisten en votar por el nefasto PSUV o por la nefasta MUD. Hay que salir de ambos.

Consideren la única opción viable de partidos con representación en la asamblea nacional: Avanzada Progresista, Lápiz, Min Unidad, Cambiemos, Fuerza Vecinal y Ecológico, quienes apoyan a Antonio Ecarri que todos los días patea barrios, que todos los días presenta una propuesta económica, educativa y de transición. Lamentablemente los acólitos del PSUV y los acólitos de la MUD persistirán en lo que mejor saben hacer: humillar, despotricar e invisibilizar a sus adversarios. Los acólitos del PSUV y los acólitos de la MUD encontrarán una férrea oposición en la campaña de Antonio Ecarri, pues no permitiremos que el honor de nuestra campaña limpia y novedosa sea mancillado por los acólitos del pasado. Las campañas de los candidatos que no efectúan campaña se basan en la polarización, que implica enemistar a la ciudadanía de un país para que pertenezcan a un bando o al otro bando, e incurran en confrontación permanente. No admiten que terceras candidaturas u opciones en ningún momento puedan volverse importantes. La nefasta polarización debe ser erradicada mediante la destrucción tanto de un bando polarizado como del otro bando polarizado, ya que tal como hemos visto la MUD y el PSUV han compartido el poder durante décadas sin ningún efecto tangible para la población.

Cuando decimos que queremos salir del régimen lo que realmente queremos es salir del régimen bipartidista, donde tanto un gobierno de Nicolás Maduro o una oposición de Juan Guaidó u otros personeros de turno puedan ser definitivamente desalojados del poder. Es importante aclarar la necesidad de salir de ambos: tanto del régimen como de la oposición MUD. En espacios de propaganda se suele exigir a la ciudadanía salir únicamente del régimen, conservando intacta oposición de pensamiento único. De allí se forma una nueva polarización entre la oposición única y las demás oposiciones, cuyo esfuerzo es gigantesco ya que que no sólo deben salir del régimen, sino deben salir de la primera oposición única que los entorpece. Así el trabajo a seguir consta de dos pasos: primero hay que salir de la oposición MUD para luego lograr salir del régimen. El trabajo estará incompleto si dejamos intacta a cualquiera de las dos. En días recientes la oposición polarizada, que no se desea despolarizar, recurre a encuestas engañosas en las cuales únicamente colocan las candidaturas oficial de la MUD y opciones como no sabe, no contesta, no estoy decidido, no los conozco y demás mecanismos de engaño que no suministran al entrevistado los nombres y apellidos de todos y cada uno de los candidatos opositores en contienda, lo cual inmediatamente hace desechar los resultados allí obtenidos.

Los términos más peyorativos son adjetivados a los simpatizantes de cualquiera de las demás oposiciones, quienes en muchas ocasiones se ven obligados a recurrir a mecanismos de defensa agresivos para poder salvaguardar su honor y su honra. En este este momento ya es un hecho que la batalla frontal y campal entre la oposición oficial y las demás oposiciones que buscan emerger será una guerra sin cuartel en la cual solo habrá garantía de destrucción mutua, ya que los comandos de la mud han emitido instrucciones de exterminar a las oposiciones emergentes que puedan hacerle competencia. Los simpatizantes de candidaturas minoritarias están obligados a reaccionar de un modo contundente por instinto de supervivencia, ya que la campaña abundante de recursos de la MUD es no escatimar esfuerzos en destruir cualquier pretensión de lograr cierta notoriedad. A menudo las oposiciones diferentes a la MUD, sin el grosero ventajismo financiero que proporciona la comunidad internacional a su rival, deben muchas veces recurrir a alianzas con el régimen para lograr destruir a la oposición oficial, esta última es la que hace más daño a la campaña. Sería deseable que candidaturas emergentes como la de Antonio Ecarri pudiesen trascender la polarización y ofrecer un mejor programa de país que lo que nos pudiesen estar ofreciendo las campañas ausentes de Nicolás Maduro y Edmundo González.

El fanatismo de los acólitos de las campañas mayoritarias genera escándalos permanentemente para mantener la polarización en vivo, y asegurarse que toda la ciudadanía del país esté en permanente confrontación. Una candidatura que busque la reconciliación es destruida por quienes cohabitan con la confrontación. Durante los próximos tres meses no atisbamos símbolos de mejoría, ya que para las campañas de oposición que han sido amenazadas por la MUD la supervivencia es fundamental. La defensa de nuestra militancia y nuestras ideas será primordial y para ello posiblemente habrá que recurrir a largas horas de confrontación con la posición mejor financiada, que busca infiltrar nuestro activismo para obligarlos a votar por una tapa. De llegar eso a ocurrir se contradiría nuestro anhelo de salir del régimen y de la oposición, porque únicamente saldríamos de una de las oposiciones. De perpetuarse esta lamentable diatriba destructiva lo más probable es que todas las oposiciones se destruyan entre sí y el régimen nuevamente emerja victorioso. A menudo los acólitos de la MUD amenazan a la oposición no tradicional. La acusan de divisionista, pero los candidatos de las oposiciones emergentes nunca han sido invitados a ser partícipes de los programas de gobiernos de la oposición oficial.

De no mejorar las condiciones de coexistencia y sano debate entre las diferentes campañas, las candidaturas emergentes se verán obligadas a intensificar sus defensas contra la guerra sucia, en un círculo vicioso que asegurará el exterminio mutuo. Así ocurre en la comunidad internacional con los pocos éxitos de quienes llaman a la paz y la cada vez mayor incidencia de la carrera armamentista en esta campaña electoral. Somos todos contra todos y emergerá victorioso el equipo que logre consolidar mayor cantidad de votos duros y es aquí donde la campaña de Antonio Ecarri ofrece una esperanza, ya que cuenta con suficientes votos duros para lograr captar personas obstinadas de haber desperdiciado su tiempo en las filas de la polarización. Un discurso despolarizado contra los dos polos dominantes pudiese salir victoriosa si logramos que disminuya el porcentaje de votos duros hacia el candidato del oficialismo y hacia el candidato de aquella oposición privilegiada por los intereses de la comunidad internacional, deseosa que nuestros liderazgos recurran al entreguismo de nuestros recursos.