Religión incompatible con política en estados laicos
La diáspora es apreciada y buscada para fomentar crecimiento de equipos políticos en todo el mundo. Existen limitaciones impuestas por la distancia, que impiden la comprensión desde afuera de vivencias actuales en el terruño. Desde afuera, la situación se observa muy diferente a estar aquí en la candela por estas fechas. La diáspora es útil para recabar conocimientos tecnológicos, metodológicos y financieros no disponibles a nivel local. Constituye capital político: relevante en elecciones presidenciales, irrelevante en elecciones parlamentarias, regionales y locales.
Hay sustanciales divergencias. Muchos en la diáspora exigen soluciones militares inmediatas, giran instrucciones a quienes nos quedamos en Venezuela para sacrificarnos en carnicerías de calle. Sin embargo, los venezolanos en territorio nacional hemos decidido abandonar la calle. Las soluciones políticas gozan de mayor aceptación en Venezuela que en la diáspora. En algunos países sólo parece haber interés por el negocio de una ayuda humanitaria que nunca llega, y califican esfuerzos políticos como inconvenientes.
En grupos de orientación religiosa se moderan sustancialmente los contenidos políticos por respeto a las diferentes ideologías. De igual modo, en grupos de orientación política se moderan sustancialmente los contenidos religiosos por respeto a las diferentes creencias: judaísmo, islamismo, ateísmo, entre otros.
No es cuestión de negar la espiritualidad sino de enfocarla en espacios religiosos o de autoayuda. El enfoque de grupos políticos es correcta organización y disciplina para ceñirnos en temas terrenales. El arte, la farándula, la astrología son otras temáticas que a veces suelen mezclarse con la política, y tampoco son objeto de análisis en grupos de enfoque político. Los estados modernos son laicos precisamente para evitar fundamentalismos religiosos y garantizar libertad de cultos.
Pareciera que Voluntad Popular, partido de gobierno interino, motivase al fanatismo. El trillado discurso de esperanza es excusa para justificar constantes errores. El exceso de simbología religiosa posiciona imágenes de liderazgos como López, Tintori y Guaidó como si fuesen deidades.
Rubén Rivero Capriles
Caracas, Venezuela
Fotografía Luis Perdomo, 40 Grados Bajo el Sol

