Grenell negocia licencia por rehén
Estados Unidos extendió la licencia de Chevron para operar en el país. La oficina de control de activos extranjeros OFAC aún no ha emitido el documento oficial. Se alimentan especulaciones entre republicanos intransigentes como Marco Rubio y sus aliados cubanoamericanos. de que la licencia podría ser revocada. Chevron produce entre el 20% y el 25% del petróleo venezolano. El secretario de energía, Scott Besent, junto a Richard Grenell, fue clave en esta decisión aprobada por OFAC para estabilizar el mercado petrolero y negociar con el gobierno de Venezuela. En las elecciones del 25 de mayo, todos los candidatos del PSUV, Unión y Cambio, Un Nuevo Tiempo y Partidos Minoritarios apoyan la extensión de la licencia de Chevron, esperando motivar a los votantes. Los abstencionistas prefieren sanciones duras contra el gobierno de Venezuela, las ven como una concesión inaceptable.
China, con sus compras masivas de crudo, podría llenar el vacío si Estados Unidos retrocede, como vimos en acuerdos de 2024. Rusia con su red global de distribución ha ayudado a Venezuela a evadir sanciones, enviando petróleo a mercados asiáticos. Irán provee diluyentes para el crudo pesado y asistencia técnica para burlar sanciones, y fortalece la alianza anti Estados Unidos.
El enviado especial de Trump para América Latina, Claver Carone anunció su salida oficialmente, dadas fuertes diferencias con Marco Rubio. Claver Carone abogaba por sanciones más duras contra Venezuela y Cuba, mientras Rubio, con cuatro roles en la administración parece haber moderado su enfoque para alinearse con Trump. Estas tensiones surgieron en debates sobre negociar con el gobierno de Venezuela, donde Claver Carone se inclinaba por la presión máxima, pero también mostró simpatía por el pragmatismo de Richard Granell. Claver Carone había confirmado las reuniones de Grenell con Maduro para liberar detenidos, mostrando una coordinación efectiva. Su salida al sector privado de Miami debilita la postura dura de Rubio, y podría ser un movimiento estratégico para forzar a Rubio a trabajar con Grenell. Claver Carone insiste en que mantiene una excelente relación con Rubio y Trump, pero las diferencias políticas son evidentes.
Marco Rubio también chocó con Elon Musk, quien lideraba el departamento de gastos del gobierno Doge. Musk y Rubio hab´ían discutido frente a Trump por los recortes propuestos por Doge, que Rubio veía como perjudiciales para su agenda de seguridad nacional. Musk renunció tras el enfrentamiento, dejando claro que no toleraría restricciones. Este choque dañó la imagen de liderazgo de Rubio, especialmente entre sus aliados cubanoamericanos de Florida: El senador Rick Scott ha sido un pilar para Rubio, empujando sanciones contra Venezuela y criticando cualquier negociación que legitime al gobierno de Maduro, como vimos en su apoyo al Bolívar Act, pero no se ha pronunciado sobre la extensión de Chevron, enfocándose en huracanes y seguridad fronteriza. El representante Mario Díaz Balart comparte la línea dura de Rubio, copatrocinando leyes para restringir comercio con Venezuela. Él también guarda silencio sobre Chevron, hablando de Cuba y veteranos. El representante Carlos Giménez vincula la crisis venezolana a la seguridad de Estados Unidos, destacando el tren de Aragua, pero evade el tema Chevron, prefiriendo infraestructura. María Elvira Salazar critica negociaciones con Maduro, pero se centra en educación y pequeños negocios, no en la noticia de Chevron.
Venezuela es central para estos congresistas, pero evitar el tema sugiere cautela para no contradecir a Trump o Grenell, debilitando el liderazgo de Rubio, quien lucha por mantener autoridad en un equipo fracturado. Rubio mantiene cuatro roles: secretario de Estado, asesor interino de seguridad nacional, administrador de USAID y archivista. Es el estrategia ideológico de Trump. Presiona por sanciones y cambio en Venezuela, como su demanda para liberar a once prisioneros políticos, incluyendo al argentino Nahuel Gallo. Grenell es el negociador pragmático. Logró la extensión de la licencia de Chevron y la liberación de detenidos como Joe Saint Clair, un estadounidense que volvió a casa tras negociaciones con el gobierno de Venezuela.
Scott Bessent como secretario de comercio jugó un rol crucial junto a Grenell, asegurando que OFAC aprobará la extensión para mantener la estabilidad petrolera. Este proceso, aún sin documento oficial, refleja la urgencia de Bessent y Grenell por resultados rápidos. Marco Rubio también choca con Tulsi Gabbard, directora de inteligencia nacional, quien lidera el comité central de inteligencia, donde Rubio participa como asesor de seguridad nacional. Gabbard desató una tormenta con su informe de abril de 2025, afirmando que el Tren de Aragua no es responsabilidad del gobierno de Venezuela. La postura de Gabard al desvincular al gobierno venezolano no solo contradice a Rubio, sino que complica la política de Estados Unidos hacia Venezuela, especialmente en temas de migración.
Los vuelos de deportación negociados por Grenell han enviado migrantes venezolanos a terceros países como El Salvador, donde Nayib Bukele los recibe como parte de su lucha contra pandillas. El informe de Gabbard debilita los esfuerzos de Rubio para justificar sanciones y deportaciones, minando su credibilidad en el comité de inteligencia y alimentando tensiones. Rubio tiene probabilidad de seguir como secretario de Estado, pero si conflictos globales como Venezuela, Irán o Ucrania empeoran sin acuerdos, eso podría cambiar. Trump maneja un equipo dividido, con Bessent y Grenell liderando en resultados tangibles.
La extensión de la licencia de Chevron ha proporcionado esperanza económica. Los candidatos desde el PSUV, Unión y Cambio, Un Nuevo Tiempo y partidos minoritarios la apoyan, esperando que impulse la participación electoral. El abstencionismo no se ha pronunciado específicamente sobre la extensión. Podrían boicotear argumentando que fortalece al gobierno de Venezuela.
Nadie refuta las verdades de Grenell, quien negocia con resultados, mientras Rubio tiene problemas con Claver Carone, Musk, Grenell y ahora Tulsi Gabbard. Implora poder y autoridad, pero no logra paz en ningún continente. Irán podría beneficiarse si un acuerdo nuclear con Estados Unidos alivia restricciones, permitiendo más comercio petrolero con Venezuela. Algunos critican a Grenell por negociar, mientras otros ven la extensión como un alivio económico.
Se espera que las elecciones en Venezuela sean exitosas, incluyendo la elección del gobernador de Guayana Esequiba, un resultado que ni Estados Unidos ni los abstencionistas desean. Comencemos con la negación, donde observamos a Pedro Palma, lobista de los intransingentes, quien alimenta esperanzas al decir que la falta de un documento de OFAC podría llevar a la revocación de la licencia de Chevron. Esto es negación pura. Creen que el status quo de sanciones duras puede volver, a pesar de la realidad económica que favorece la extensión. Muchos abstencionistas no están registrados para votar en Venezuela porque viven en el extranjero. Quienes no forman parte de distritos como el de María Elvira Salazar en Florida, también niegan la relevancia de estas elecciones regionales, enfocándose solo en un cambio presidencial que parece lejano.
Luego viene la ira que surgirá este fin de semana cuando las elecciones avancen sin contratiempos. Los intransigentes, frustrados por no poder detener la extensión de la licencia de Chevron, dirigirán su enojo hacia Grenell y Bessent, mientras los abstencionistas culparán al gobierno de Venezuela por legitimarse con la elección de Guayana Esequiba, un territorio en disputa que consideran una provocación. La negociación llegará cuando las nuevas autoridades asuman sus cargos. Los intransigentes podrían presionar a Trump para endurecer sanciones o modificar la licencia de Chevron, mientras los abstencionistas, sintiéndose marginados, podrían intentar organizar protestas o campañas en el extranjero, esperando recuperar influencia.
La depresión seguirá a mediados de la semana, cuando la realidad de un gobierno venezolano fortalecido por las elecciones y el petróleo de Chevron se haga innegable. Los intransigentes, como Rubio y sus aliados sentirán que han perdido terreno en su lucha de décadas, mientras los abstencionistas, especialmente los expatriados sin voz en estas elecciones, enfrentarán desesperanza al ver que su visión de cambio presidencial no avanza. Finalmente, la aceptación llegará para algunos a finales de la próxima semana, cuando no quede otra opción que adaptarse a la nueva realidad. Sin embargo, muchos abstencionistas enfocados en elecciones presidenciales podrían permanecer en depresión, sintiéndose desconectados de Venezuela. Como servicio público, estas personas necesitarán apoyo psicológico o psiquiátrico para manejar este duelo, ya que la pérdida de su visión política puede ser devastadora.
¿Podrá Trump equilibrar ideología y pragmatismo? ¿Sobrevivirá Rubio? Ya tenemos el caso de uno de sus grandes amigos, Mike Waltz, quien fue despedido por Donald Trump por alinearse peligrosamente con los intereses de Israel. Como consolación fue relegado a la embajada de los Estados Unidos en las Naciones Unidas. Si Marco Rubio es despedido de la Secretaría de Estado, pudiese conservar su labor actual como archivista de los documentos públicos de los Estados Unidos, o como asesor de seguridad nacional, o como director interino de USAID. De modo que Marco Rubio tiene garantizado su futuro laboral en el poder ejecutivo de los Estados Unidos, independientemente que siga siendo secretario de Estado o sea removido de su cargo, tal como ocurrió con Mike Waltz, por alejarse de las directrices de Donald Trump.