Doctrina Monroe en apoyo a países conflictivos
Erik Prince ya se había reunido con Maduro en 2020, y le había sugerido que tomara las pertenencias que quisiera pero que se largara. En esta oportunidad Maduro simplemente se tendrá que ir de modo inmediato, a menos que desee riesgo absoluto para su vida y la de sus secuaces. Lo que el comunismo denomina injerencia extranjera es simple aplicación de la doctrina Monroe. En 1823 el presidente James Monroe pronunció un discurso en ocasión de las batallas de liberación que se desarrollaban en el Perú, que iba acrecentando el número de repúblicas independientes en las Américas. Además en el Noroeste del continente americano ya existían disputas territoriales con el Imperio ruso, a través de los territorios de Alaska y Oregón, y con el Imperio británico debido a las colonias de la Columbia Británica. Era necesario que los Estados Unidos persuadieran a las potencias de Eurasia que la esfera de influencia del hemisferio occidental está reservada a los Estados Unidos independientes de América, y que ellos podían disponer libremente de territorios en otras partes del mundo.
James Monroe y su secretario de estado John Quincy Adams se dieron cuenta tempranamente que las repúblicas de Centroamérica y Sudamérica estarían sujetas a intentos de recolonización, ya fuese por España, Inglaterra, Francia o cualquier otro imperio europeo, como en efecto ocurrió algunas décadas después con la invasión francesa a México. El apoyo que proporcionó Estados Unidos a Venezuela durante el diferendo que tuvimos con la Gran Bretaña en 1899 por la Guayana Esequiba fue motivado a que Venezuela era una república independiente, objeto de la protección americana manifestada a través de la doctrina Monroe, contra un colonialismo en Guayana Británica que no permitía a sus ciudadanos disfrutar de las libertades republicanas. Más de un siglo después los venezolanos hoy estamos invadidos por ideologías e intereses iraníes, chinos y rusos, que nos han despojado de nuestra americanidad.
Los Estados Unidos están en el deber moral de liberarnos de la nueva recolonización e injerencia extranjera desde otros continentes, que es apoyada írritamente por el dictador Nicolás Maduro, quien por cierto perdió las elecciones y debe desalojar el poder. De modo que está plenamente justificado que Estados Unidos intervenga en Venezuela, según la amplia tradición de más de 200 años de Doctrina Monroe. El momento es propicio para identificar a los venezolanos que no estén de acuerdo con formar parte del continente americano, para así sugerir su deportación a los imperios chino, iraní o ruso que tanto defienden. Los usurpacionistas siempre buscarán la forma de criticar a los Estados Unidos y de sugerir que Venezuela siempre será una tierra gobernada por la mediocridad y el resentimiento, contra quienes han sido exitosos económicamente. Es esa esfera de pensamiento tercermundista la cual debe ser erradicada. Lo mismo ocurre en otras tierras americanas, cruelmente asediadas por regímenes que no cumplen con la disposición de la ciudadanía de ejercer libertades y acumular propiedades.
Tal es el caso de Haití donde bandas caníbales tienen secuestrada la seguridad en la capital Puerto Príncipe. Por más de 200 años los haitianos han sido incapaces de desarrollar su tierra, y por consiguiente están ocasionando una crisis migratoria en la hermana República Dominicana, la cual plantea efectuar estrictos controles de inmigración parecidos a los que efectúan los Estados Unidos en su frontera sur. Cuba como sabemos ya lleva casi un siglo de horrendo comunismo, sin ningún tipo de libertades políticas. Es necesario liberarla de inmediato de la dictadura. Puerto Rico debido a su régimen colonial está enfrascado en una propaganda antiimperialista que ha dificultado su adhesión a la Unión Americana como el estado número 51. Venezuela es un estado fallido que calca el castrocomunismo cubano, con una peligrosa inmigración de espionaje guerrerista chino, iraní y ruso, todo lo cual debe ser limpiado para que nuestro país nuevamente esté a tono con la americanidad.
La doctrina Monroe será nuevamente ejercida por el presidente Donald Trump, el Secretario de Estado Marco Rubio y la mayoría de presidentes de las Américas. Motivará a que todos los países de Latinoamérica deban seguir ciertas normas mínimas de democracia, convivencia y progreso económico, o de lo contrario serán sujetos a recibir la paz procedente de la doctrina Monroe desde Estados Unidos. Cualquier ciudadano de los países de las Américas que se oponga a este designio, será considerado como un extranjero que apoya imperios procedentes de otros continentes, en traición a su pertenencia al hemisferio y cultura occidental. En nuestro actual diferendo limítrofe, la hermana República Cooperativa de Guyana tiene todas las de ganar pues está dirigida por un gobierno de libertades y oportunidades y de amplia aceptación popular, mientras que Venezuela sigue consumida por un oprobioso régimen que pocos países del mundo, luego del bochorno de los BRICS se atreve a reconocer. Gracias a la doctrina Monroe será posible que Guyana y Venezuela comiencen a actuar en conjunto para la defensa de su territorio común, y se integren en armonía con el resto de Naciones de las Américas, en contraposición a las invasiones e injerencia que constantemente pretenden venir desde Rusia, Irán y China.
Ya no existe posibilidad para la permanencia de los regímenes castrocomunistas en el continente americano. Necesitamos sacar al régimen de Bolivia, necesitamos sacar al régimen de Nicaragua. Ya hemos tocado los casos de Haití, Cuba, Puerto Rico y Venezuela. Una vez consumadas las gestiones libertadoras de Marco Rubio, según los proyectos de grandeza americanista de Donald Trump, las poblaciones en países como Colombia, Brasil, México y Honduras comprenderán la conveniencia de seguir unificando esfuerzos para que el continente americano prosiga su armoniosa integración, bajo las banderas de libertad y capitalismo. Las candidaturas que ofrezcan continuidad de regímenes y sistemas económicos fracasados sufrirán derrotas, pues las ciudadanías de los diversos países están comprendiendo que emigrar ilegalmente a los Estados Unidos, es una opción menos conveniente que progresar y desarrollar sus propios países de origen.
La administración de Donald Trump comienza a tomar forma. El nuevo fiscal general, representante por el estado de Florida, pudiese tener escollos para ser confirmado por el congreso ya que a pesar de ser muy leal a Trump, ha emitido opiniones controversiales que le han ganado la animadversión de los demócratas y de algunos republicanos. Desea efectuar cambios profundos en la corrupta administración de Justicia que ha empantanado a los Estados Unidos. Durante los últimos años hemos visto juicios políticos fatuos que se le efectuaban al presidente Donald Trump, quien también será responsabilizado de eliminar las ideologías de género y demás regulaciones discriminatorias contra los hombres o discriminatorias contra las mujeres, que ahora compiten con hombres transexuales en deportes. Demás ejemplos de grupos étnicos y minoritarios, gracias a legislaciones progresistas, han desarrollado una arrogancia y pedantería de inmunidad, para cualquier cantidad de crímenes contra quienes sí respetamos la ley.
El proceso de inmigración a los Estados Unidos es otro ejemplo de dichos crímenes: mientras los inmigrantes ilegales reciben todo tipo de incentivos para seguir quebrando la ley, los inmigrantes legales deben llenar formularios, pagar dinero a abogados y esperar demasiado tiempo para recibir sus tarjetas de residencia o ciudadanía. Es preciso simplificar los procesos legales y recrudecer los castigos a quienes persistan violar la legislación vigente en ese sentido. También vienen los esfuerzos del nuevo departamento de eficiencia gubernamental, liderado por Elon Musk y Vivek Satanlagi quienes han descubierto horrendos usos de los fondos públicos como millones de dólares proporcionados por el Departamento de Estado a concursos de belleza transgénero en la República del Ecuador. También se han utilizado fondos del erario público estadounidense para experimentos superfluos con ratas y monos en Rusia y otros países, cuando dichos fondos debieran de ser utilizados para una mayor contención en el caso que no se puedan lograr acuerdos o para fomentar un verdadero acercamiento entre culturas que no esté ideologizado por pretensiones hegemónicas minoritarias.
Una gran cantidad de personal será despedido de departamentos y no es casual que en la capital Washington DC históricamente la votación para presidentes demócratas es la mayor del país. En la ciudad de Washington muy pocas personas están afiliadas o son simpatizantes del partido republicano, ya que la economía de la capital de los Estados Unidos está supeditada a cargos públicos intrascendentes, despilfarradores cuyo único objetivo es la compra de votos. Ese personal no desea ser despedido. Por el contrario ha conformado una gigantesca burocracia que ha justificado sus salarios redactando miles de páginas de regulaciones que dificultan el progreso económico. El declive estadounidense del cual fanfarronean tanto los socialistas, comunistas y admiradores de la transculturización euroasiática en el continente americano, suelen recordar que América está en declive. Ese declive proviene de la excesiva burocracia que Elon Musk y Vivek está determinados a erradicar mediante eliminación de puestos de trabajo redundantes o innecesarios.
Las personas despedidas tendrán que emprender de modo productivo para que sus servicios sean valorados por el mercado, y quizás tengan que abandonar la capital y residir en alguno de los estados que ofrezca mayores oportunidades de empleo productivo. Es interesante comparar la burocracia estadounidense con la burocracia venezolana para concluir que ambas son similares, producto de décadas de seguimiento a una economía keynessiana que ha sugerido que los gobiernos deben incrementar el gasto público, para aumentar la demanda agregada: mecanismo económico sumamente desacreditado ya que en todos los países hemos observado cómo se genera inflación, acompañada de ajustes monetarios discrecionales que confunden al mercado.
Han sido muchos los años de errores. Muchos de nosotros hemos vivido nuestras vidas completas en este perenne estado de declive internacional. El mundo en el que vivían nuestros abuelos era más próspero que el mundo de hoy en día. Los valores que regían las relaciones internacionales estaban mejor asentados. Durante los próximos años será necesario retornar a las soluciones básicas sencillas y duraderas que siempre hemos conocido pero que por intereses políticos oportunistas o de inducción al rebaño nos hemos negado a aplicar. Desmontar estados paternalistas será difícil. Promover el desarrollo económico, donde quienes deseen competir serán recompensados, es difícil de vender a una población de flojos que ya se han acostumbrado a recibirlo todo del estado. Afortunadamente América es un continente o mejor dicho las Américas son dos continentes gemelos del hemisferio occidental, en los cuales la doctrina Monroe garantiza que permanecerá la independencia y la defensa común de sus tierras y aguas territoriales, para impedir la injerencia extranjera extracontinental.
América es un continente donde los dictadores que no respetan elecciones y que se apropian de los recursos de países para sus propios erarios personales, no pueden seguir en el poder. Los Estados Unidos se encargarán de erradicar las dictaduras porque ese es el de las poblaciones de las Américas. Cualquier intento de propaganda por hacernos creer lo contrario será ferreamente denunciado. Los ciudadanos ya no nos calaremos más que ideólogos importados del comunismo nos sigan incentivando a la mediocridad y a la obediencia como lemas desacreditados.