Aplausos forzosos en laboratorios de desánimo

23.06.2019

Se difunden fotos falsas de Michelle Bachelet repartiendo cajas CLAP, con leyendas incorrectas relacionándola con terrorismo de hace décadas. No cumplimos estándares de objetividad y eso afecta nuestra credibilidad. Bachelet vino por solicitud de la oposición, fue un trabajo de años convocar la visita del Alto Comisionado, quien el año pasado era otra persona. Alternó el poder con Piñera en Chile dos veces y su país sigue siendo el más avanzado de Suramérica. Difundir odio contra alguien sólo logra transformarlo en víctima.

Respecto a la naturaleza del problema, estamos inmersos en una comunidad internacional la cual consta de 193 países, la mayoría de los cuales ve con simpatía al comunismo y por ello eligen a Bachelet como alta comisionada y a Cuba para diversos consejos. Si no entendemos la naturaleza caduca de la ONU, si no fomentamos un movimiento mundial para su reforma, seguirá siendo pueril el debate de si una foto trucada es fácilmente detectable como falsa, inconveniente para generar a propósito mentiras mal enunciadas.

Ya ni siquiera se habla de cese de la usurpación. Guaidó ya no es mencionado como presidente interino sino de la asamblea nacional. Trump declara que EE.UU. no ha hecho lo suficiente en preparativos, parece listo para desentenderse. Perú y Chile ahora exigen visa. El discurso cívico y esperanzador regresa a la moda. Simultáneamente aumentan pesimismo y presión para ejercer autocensura.

Aquí es obligatorio aplaudir a los políticos, estar atentos a lo que pronuncien en tarima. Se nos exige reenviar sus mensajes de redes sociales. De no seguir línea la jauría nos insultará y sugerirá que padecemos de resentimiento. Quienes dividen a la oposición son los políticos con sus pleitos y partidos inútiles, en Ucrania fueron lanzados por muchedumbres a pipotes de basura para que dejaran de estorbar. Todavía queda un largo año y medio para resistir a la bucólica asamblea nacional socialista, por la cual sudamos tantos esfuerzos de campaña electoral en 2015. Siguen pendientes de recibir aplausos y solicitudes de dádivas.

Censuran nuestro criterio pues juzgan a priori que somos laboratorios de dictadura. No somos laboratorios de nadie. Para no ser hipócrita basta decir lo que se piensa. A los políticos les fastidia acercarse a quien refute sus discursos infestados de incongruencias. Les aterra que alguien les contradiga en público. Se nos juzga a priori que somos laboratorios de desánimo. Nuestros escritos rompen lo que las cúpulas ansían imponer como unidad. Está prohibido dividir. No sigamos restando pues los corruptos prefieren nuestra sumisión.

¿Cuál es la insistencia de exigirnos fingir aliento y ánimo que no nos nacen? ¿Qué travesura efectuarán con nosotros si logran lavarnos el cerebro otra vez? Nos exigen fidelidad hacia estrategias que siempre fallan. Cuando se busca la verdad con criterios de exactitud, se facilita el trámite de desechar incongruencias. Aferrarnos a defender posturas obsoletas cuando los tiempos nos llevan a nuevos rumbos, conllevará a que nuestros esfuerzos se tornen irrelevantes.

Rubén Rivero Capriles

Caracas, Venezuela

Fotografía Douglas Rosales, 40 Grados Bajo el Sol